Antes de que penséis que estoy haciendo apología del
tabaquismo debo decir en mi descargo que hace 18 años que no entro a un estanco
a comprar cigarrillos, esos cilindros blancos que son realmente la causa de la
muerte de miles de personas fumadoras y también no fumadoras. Las medidas
antitabaco que se van a imponer en España en unos meses no van a afectar mis
hábitos personales, pero empiezan a afectarme en lo que respecta a los límites
de la libertad individual, un concepto, demasiado noble y elevado para ser
esgrimido en defensa de un acto tan poco sublime como es encender un cigarrillo.
¿Que el tabaco es malo para la salud? De acuerdo. ¿Que hay que erradicar el
hábito? Adelante. Pero no sé hasta que punto la administración puede llegar a
traspasar los límites de lo ridículo para acabar con esa adicción. Y el ridículo
lo ha traspasado ya al considerar que se puede multar al conductor fumador con
30 euros porque se ha comprobado que el acto de fumar conlleva no pocos
accidentes.
Si se trata de multar al conductor distraído no la emprendan con el cigarrillo.
Estoy a favor de todo aquello que sirva para salvar vidas. Pero el asunto del
tabaco al volante roza la paranoia salutífera. ¿Sabe la administración la
casuística que acaba de abrir para multar a los conductores distraídos? Las
parejas mal avenidas ¿deberán, de ahora en adelante, viajar en coches separados?
Una discusión conyugal a 120 km. ¿no es más peligrosa que un sencillo pitillo? O
un bostezo. O un estornudo. Renuncie el alérgico o el resfriado al kleenex
de la guantera. Prohibido cantar. Prohibido soñar en la mujer que nos espera o
en la que hemos dejado atrás.
Las mejores causas fracasan cuando superan el sentido común. ¿Cuántas
distracciones al volante son causadas por rótulos mal instalados o señales
ambiguas? Me ha inspirado este mitin que os he dado jejeje! un magnifico texto
que leí hace unos días de Joan Barril
P.D. Hoy he puesto fotos de
los amigos Esperanza y Xavier en la
Galería de Invitados.