Trahit suaquemque voluptas. A cada uno su senda; y también su meta, su
ambición si se quiere, su gusto más secreto y su más claro ideal. El mío
estaba encerrado en la palabra belleza, tan difícil de definir a pesar
de todas las evidencias de los sentidos y los ojos. Me sentía
responsable de la belleza del mundo. Quería que las ciudades fuesen
espléndidas, ventiladas, regadas por aguas límpidas, pobladas por seres
humanos cuyo cuerpo no se viera estropeado por las marcas de la miseria
o la servidumbre, ni por la hinchazón de una riqueza grosera.
(Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano).
Mi sufridora ya esta de nuevo trabajando,
ahora nos queda la ilusión de que en tres semana volverá a tener 15 más
de vacaciones.
A todos los amig@s
virtuales y visitantes de este rincón, que estos días tengáis Sabiduría,
Lucidez y Compasión.