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Si el tiempo no fuera tiempo, sino experiencia, y si la vida no fuera vida, sino vivencia, siempre llegaríamos a la conclusión de que nuestra vida está más llena de las vidas de los demás quede las vivencias propias. Hoy es el día de soñar en el exceso de vivirlo todo. Hacer vuestra lista.
Experimentar el goce del portero tras haber parado el penalti. Buscar la felicidad solitaria del amanecer voluntario. Sentir la alegría de convencer lentamente y uno a uno a los que antes discrepaban. Saborear el paso seguro de los años. Impulsar el reencuentro de los santos lugares de mi juventud.
Desgranar el gesto de pedir perdón sin que sea necesario el arrepentimiento. Hurgar en la mirada abierta ante el pelotón de fusilamiento instantes antes del triunfo de la revuelta. Asistir al espectáculo lentísimo del sol y de sus sombras sin levantarnos de la misma silla desde el alba hasta el ocaso. Sentir que no me pertenezco y al mismo tiempo poseerlo todo. Renunciar a beber hasta que la sed convierta el agua en la mejor de las bebidas. Buscar la oscuridad y el silencio para que la piel busque la conversación con otra piel.
Contar el orgullo íntimo de haber aprendido una lengua en extinción sólo para poder pronunciar sus últimas palabras. Subir a un monte alto a esperar a la muerte, y si la muerte se retrasa, regresar al valle con el fulgor de la eternidad en los bolsillos. Falsificar dinero que no... huela a dinero. Construir con las manos y destruir con el olvido. Besar un cactus. Abrazar el hielo. Sobrevolar la alfombra. Esculpir el agua.
Sentir nostalgia de mañana y dejarnos reposar en la tristeza que no tiene culpables. Decir a los reyes que van desnudos y desnudarnos ante ellos para que vean que somos iguales. Amar como si no hubiera limites y descubrir que el límite está en nosotros. Esconderme en un armario de la oficina y escuchar lo que los compañeros comentan del ausente. Controlar el fuego lento de la venganza. Ensuciarme para poder sentirme limpio.
A partir de una edad, no aceptar más maestros que los niños. Escribir como si ya hubiéramos muerto.
Degustar la sensación de estar corriendo un riesgo que merece la pena. Vibrar con la grandeza de esa lágrima que crece en la soledad y se desborda. Vivir intensamente la curación de un mal después de largos meses de aceptación de ese mismo mal.

P.D. He puesto en la Galería de Invitados unas espectaculares fotos que ha enviado Isidro de la nevada de ayer.

 Imagen enviada por Ricardo a las 07:55         

 



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